El sector automotriz y de autopartes de México recibió recientemente una importante noticia que refuerza su posición dentro del mercado norteamericano: las autoridades de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés) emitieron instrucciones que exentan de aranceles a las piezas automotrices fabricadas en México y Canadá, siempre y cuando cumplan con los requisitos de origen establecidos por el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
Esto significa que las autopartes mexicanas serán tratadas como si hubieran sido producidas en Estados Unidos. Esta medida es altamente significativa, no sólo porque protege la competitividad de las exportaciones mexicanas, sino porque ofrece estabilidad a uno de los sectores más dinámicos y globalizados de la economía mexicana.
Un motor de exportación con presencia global
La importancia del sector de autopartes en México es innegable. El país es actualmente el cuarto mayor exportador de componentes automotrices en el mundo, sólo detrás de potencias industriales como Alemania, Japón y Estados Unidos. Además, ocupa también el cuarto lugar como exportador de vehículos, según el reporte actualizado 2025 de la consultora PRODENSA, titulado Mexican Automotive Industry.
Este liderazgo no es circunstancial. Desde 2010, la industria de autopartes mexicana ha crecido un 140%, gracias a la consolidación de cadenas de suministro eficientes, cercanía con el mercado estadounidense, mano de obra calificada y acuerdos comerciales como el T-MEC. Para 2025, se proyecta que el sector continúe su expansión con una tasa estimada de crecimiento del 3.35 por ciento.
Durante los primeros once meses de 2024, la producción nacional de autopartes superó los 113,199 millones de dólares, lo que representó un incremento del 2% respecto al mismo periodo del año anterior, de acuerdo con la Industria Nacional de Autopartes (INA).
Este crecimiento, aunque moderado, refleja la resiliencia del sector frente a desafíos globales como la disrupción de cadenas logísticas, escasez de semiconductores y tensiones comerciales.
Exportaciones: el corazón de la industria
El dinamismo del sector automotriz mexicano no se limita a las autopartes. También destaca por su capacidad de producción y exportación de vehículos completos. En el primer trimestre de 2025, México produjo un total de 1,014,796 vehículos ligeros y pesados. De ese total, 809,674 unidades fueron exportadas, es decir, el 79.79% de la producción nacional.
Estados Unidos fue el principal destino de estos vehículos: 8 de cada 10 unidades exportadas tuvieron como destino el mercado estadounidense. Esta relación comercial, altamente integrada, permite que México funcione como una plataforma industrial para abastecer la creciente demanda del vecino del norte.
Sin embargo, no todo es optimismo. De acuerdo con los datos del INEGI, la exportación total de vehículos cayó un 6.7% durante el primer trimestre de 2025, en comparación con el mismo periodo del año anterior. Esta contracción está relacionada con la incertidumbre global del sector, un entorno regulatorio más estricto en Estados Unidos -especialmente en lo relacionado con la transición hacia autos eléctricos-, así como posibles movimientos políticos que podrían alterar las reglas del juego.
Contexto estratégico del T-MEC
El T-MEC, que sustituyó al antiguo TLCAN, establece reglas más estrictas de origen para que los productos puedan gozar de beneficios arancelarios. En el caso del sector automotriz, se exige que entre el 75% y el 85% del contenido de un vehículo (dependiendo del componente) provenga de la región norteamericana.
Esto generó un impulso para que las empresas estadounidenses compren más componentes a proveedores en México y Canadá, en lugar de importarlos desde Asia. De ahí la importancia de la reciente exención arancelaria: al reconocer como “estadounidenses” a las piezas que cumplan con las reglas del T-MEC, se fortalece el comercio intrarregional y se premia la integración productiva.
Perspectivas: oportunidades y riesgos latentes
A futuro, el sector de autopartes mexicano se enfrenta a una dualidad de escenarios. Por un lado, la consolidación del nearshoring (relocalización de cadenas de suministro más cerca de Estados Unidos) y la necesidad de cumplir con los requisitos del T-MEC seguirán posicionando a México como proveedor estratégico.
Por otro lado, existen riesgos que no deben subestimarse. Las presiones políticas en Estados Unidos -particularmente en años electorales- podrían desencadenar revisiones unilaterales de las condiciones del tratado, como ya ocurrió en el pasado con medidas arancelarias impuestas por la administración Trump. Además, el avance de la electrificación también representa un desafío: las autopartes tradicionales podrían verse desplazadas por una mayor demanda de componentes eléctricos y baterías, campo donde México aún busca posicionarse con mayor fuerza.
La adaptación tecnológica será clave. México deberá invertir en infraestructura, capacitación y desarrollo de proveedores que puedan cumplir con los requisitos de la industria de vehículos eléctricos, si quiere mantener su liderazgo como exportador.