Durante años, la industria automotriz en México fue un terreno dominado por marcas tradicionales: estadounidenses, japonesas, alemanas y coreanas. Sin embargo, a partir de la última década, y con especial intensidad desde 2020, un nuevo actor comenzó a reconfigurar ese tablero: las marcas chinas.

Lo que inicialmente se percibía como un experimento exótico o pasajero, hoy representa una fuerza que crece aceleradamente y desafía el statu quo del mercado automotriz mexicano.

Un aterrizaje tímido pero estratégico

La historia de China en la industria automotriz mexicana no es completamente nueva. En 2008, FAW (First Automotive Works) hizo un intento pionero de la mano del Grupo Salinas, con la promesa de vehículos accesibles para el consumidor mexicano. El resultado fue modesto y terminó en retiro. La razón: una red de distribución débil, calidad percibida deficiente y escasa posventa.

Sin embargo, este primer intento fue solo el preámbulo. En 2017, JAC se convirtió en el primer fabricante chino con una estrategia más sólida, aliándose con Giant Motors Latinoamérica, compañía con capital mexicano liderada por el empresario Carlos Slim Domit. JAC arrancó ensamblando vehículos en Hidalgo con un enfoque más local y con atención a la infraestructura de servicio, algo que los pioneros chinos no habían tomado en cuenta.

Ese fue el verdadero punto de partida de la actual ola china: no sólo traer autos, sino construir una presencia. A diferencia del fallido experimento de FAW, JAC entendió que el mexicano valora la garantía, la atención postventa y la confianza del distribuidor tanto como el precio.

La tormenta perfecta: pandemia, electrificación y oportunidad

  • A partir de 2020, la llegada de más marcas chinas se aceleró debido a una combinación de factores globales:
  • Crisis de semiconductores y cadenas de suministro que afectaron a las marcas tradicionales.
  • Incremento de precios de autos nuevos y usados.
  • Transición hacia la electrificación, donde China tiene una ventaja global en baterías y componentes.
  • Consumidor más digital e informado, dispuesto a probar nuevas marcas si la relación precio-equipamiento es favorable.

En este contexto, marcas como MG (Morris Garages) -que, aunque británica en origen, pertenece al conglomerado chino SAIC Motor- irrumpieron con fuerza. Su estrategia: ofrecer vehículos con diseño atractivo, alto nivel de equipamiento, precios competitivos y garantías atractivas.

En paralelo, marcas como Chirey (conocida internacionalmente como Chery), Omoda, BYD, BAIC y GWM (Great Wall Motors) empezaron a desembarcar con catálogos completos y agresivas campañas de posicionamiento. Algunas incluso apostaron por modelos eléctricos o híbridos desde el primer día, como BYD, que lanzó el Dolphin y el Seal como productos insignia de su tecnología.

¿Por qué tanto interés en México?

  • Ubicación estratégica: es un puente natural hacia América del Norte y América Latina.
  • Infraestructura automotriz consolidada: México es el 7º productor mundial de vehículos.
  • Cultura automotriz: el vehículo sigue siendo símbolo de estatus y movilidad esencial.
  • Mercado amplio: más de 1 millón de unidades nuevas se venden cada año.
  • Brecha en accesibilidad: muchos mexicanos buscan opciones nuevas entre $300,000 y $500,000 MXN, un nicho que los chinos están capitalizando mejor que nadie.

Además, las marcas chinas llegan con una filosofía distinta: no compiten solo con precio, sino con valor añadido. Equipamiento tecnológico, pantallas gigantes, asistentes avanzados, estética arriesgada, y algo cada vez más importante: disponibilidad inmediata, mientras marcas tradicionales enfrentaban demoras de meses en sus entregas.

De la duda al deseo

En un país donde marcas como Nissan, Ford, Chevrolet y Volkswagen llevan décadas construyendo confianza, la entrada de nuevas firmas no fue automática ni sencilla. El escepticismo inicial se centraba en la calidad, la posventa y el valor de reventa. Sin embargo, esa percepción está cambiando.

Hoy, MG ya figura dentro del Top 10 de ventas. JAC ha logrado que uno de cada tres autos eléctricos vendidos en México sea suyo. Chirey, con apenas dos años en el país, ha desplegado una red de más de 70 distribuidores y modelos como el Tiggo 7 Pro o Tiggo 8 Pro se venden como pan caliente. Y marcas como Omoda y Jaecoo ya planean producir localmente, o al menos, esa es la promesa.

El consumidor mexicano está volteando a ver a estas marcas no como “alternativas”, sino como opciones principales. Lo que antes era una compra riesgosa, hoy es una compra inteligente.

No es una moda, es un movimiento

Lo que comenzó como una curiosidad se ha convertido en un fenómeno que no muestra signos de desaceleración. Las marcas chinas no sólo llegaron para competir; llegaron para quedarse. Y con ellas, están transformando la forma en que el mexicano compra, evalúa y se relaciona con un automóvil.

¿El futuro? Todo indica que el avance continuará, sobre todo si las marcas logran establecer plantas de ensamblaje en México y robustecer su servicio postventa. En la siguiente parte de este especial analizaremos justamente eso: cómo este arribo está sacudiendo el mercado, obligando a las marcas tradicionales a repensar su estrategia para no quedarse atrás.

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