Actualmente, somos muchos a quienes un familiar o amigo nos ha invitado a experimentar un tipo de economía distinta, un modelo económico donde la base es ayudarnos entre todos. Primero, ayudar a la persona que está al centro dándole un regalo económico; segundo, ayudar invitando a dos personas cercanas a involucrarse en este nuevo movimiento; tercero, ayudar a quienes te dieron su regalo económico a que ellos también lo reciban multiplicado, y finalmente ayudar a mantener la calma ante ataques mediáticos donde se menciona constantemente que es fraude.

La gran virtud, pero también el gran inconveniente con este tipo de movimientos es precisamente la base: no estamos acostumbrados a ayudar. Hemos crecido siendo una sociedad egoísta y temerosa. Nuestro egoísmo se manifiesta desde lo más básico y rutinario (no querer compartir automóvil en las mañanas, no querer ceder el asiento en el transporte público) hasta lo que nos podría convertir en una sociedad más unida y próspera (economía solidaria).

Este modelo económico/social no es nuevo, varias tribus alrededor del mundo y comunidades indígenas en México lo practican ancestralmente sin inconvenientes ni ruidos de por medio. Pero, ¿qué pasa cuando la clase media del país empieza a involucrarse en este movimiento? Comienzan a haber cambios en el sistema del endeudamiento, se presentan pagos en efectivo, liquidación de bienes, en fin… los intereses bancarios pierden, económicamente somos más libres y por lo tanto, no conviene a quienes se enriquecen por el endeudamiento de otros.

La mejor manera de “erradicar” este tipo de economía es inculcando miedo, algo que los medios de comunicación saben hacer muy bien y que les ha resultado exitoso en diversos momentos de la historia. Generan miedo e  inquietud de que se está haciendo algo malo para que los involucrados renuncien y las personas tentadas a intentarlo declinen. La única manera de vencer al miedo en generando unidad y seguridad entre los miembros activos de este movimiento económico actual. Confirmar que este cambio en la economía no tiene fundamentos sólidos para considerarse fraude o “tranza”.

“Todas las crisis que vivimos hoy en día tienen una raíz común: la separación. En la economía monetaria en la que aún vivimos, el dinero nos separa de la naturaleza, nos distancia de nuestras comunidades, convierte a los demás en competidores y nos involucra en relaciones anónimas con extraños distantes. En la economía “sagrada”, como en las comunidades tradicionales, todos dependeremos los unos de otros, todos tendremos algo que dar y algo que recibir, y el dinero recuperará la integridad perdida como herramienta de cooperación y gratitud. Todos tendremos la sensación de estar en esto juntos”. Menciona Charles Eisenstein en su libro “Sacred Economy”

La economía solidaria o economía sagrada va encaminada a la igualdad de circunstancias, todas las personas que deciden participar en ella caminan los mismos pasos que las demás. No hay privilegios ni prioridades para ciertos miembros, no importa cómo se llame el movimiento: “flor de la abundancia”, “mandala”, “telar de la abundancia”, en fin, todos los miembros deben de vivir todas las etapas de “ayuda y apoyo mutuo” para que todos salgan beneficiados. Es aquí donde nace el verdadero reto: estar dispuestos a ayudar, a acompañar y a no dejarse intimidar.

Definitivamente, éste es un reto social por el que se está pasando, y depende de cada quien el querer liberarse de la presión diaria de las instituciones bancarias, del empeño y de otros préstamos para vivir tranquilos, sin descuidar su rutina diaria de vida: casa, trabajo, escuela, pero con la ligereza de saber que se están ayudando los unos a los otros a tener una calidad de vida más próspera y abundante sin la necesidad de “endeudarse de por vida”. 

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