En un esfuerzo por preservar la integridad y relevancia de los premios más importantes del cine, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas anunció una nueva y contundente regla que cambiará la dinámica interna de votación para los próximos Premios Oscar.
A partir de la edición de 2025, los miembros de la Academia estarán obligados a ver todas las películas nominadas en la categoría específica en la que deseen emitir su voto. Esta medida busca combatir una práctica cada vez más criticada: la votación sin una evaluación completa y justa del material en competencia.
Hasta ahora, los miembros tenían la libertad de votar en categorías específicas basándose en su criterio profesional, experiencia previa o afinidad personal. Sin embargo, durante los últimos años, crecieron las sospechas -y finalmente salieron a la luz testimonios anónimos- que ponían en entredicho la seriedad de ese proceso.
De acuerdo con varios reportes recientes, algunos miembros admitieron, bajo condición de anonimato, que simplemente “le ponían play” a las películas nominadas, dejándolas correr en segundo plano sin realmente prestarles atención o incluso sin permanecer en la sala durante la proyección. Esta práctica, aunque conocida en círculos cerrados, ya desató un debate público en torno a la legitimidad de los resultados.
“Algunas personas sólo inician la cinta para marcarla como vista en la plataforma de visionado de la Academia”, reveló un miembro retirado en una entrevista reciente. “No es raro que se reproduzca mientras hacen otras cosas, como cocinar o responder correos electrónicos. En ciertos casos, ni siquiera están en casa”.
Estas revelaciones minaron la confianza tanto de los cineastas como del público en un sistema que se supone debe celebrar la excelencia cinematográfica con criterio y responsabilidad.
Por ello, la nueva regla busca cortar de raíz este comportamiento. Según lo estipulado, cada miembro que desee participar en la votación de una categoría deberá confirmar que ha visto todas las películas nominadas en dicha sección.
La Academia, además, está implementando un sistema más riguroso de control a través de su plataforma de streaming, que registrará la visualización completa de cada título. Sin un registro de que el filme fue reproducido en su totalidad, el miembro no podrá votar en esa categoría.
Al respecto, Bill Kramer, director ejecutivo de la Academia, expuso parte de esta nueva modalidad, cuyos resultados reflejarán más equidad en la industria del celuloide.
“Queremos asegurarnos de que cada voto emitido represente una evaluación justa e informada. Los Premios Óscar son un reconocimiento a la excelencia en el cine, y es nuestra responsabilidad proteger la integridad de ese proceso“, indicó en un comunicado.
Asimismo, mencionó que esta medida responde a un llamado generalizado dentro de la propia industria, donde actores, directores y productores han levantado la voz contra la aparente laxitud del sistema de votación.
La reacción entre los miembros ha sido mixta. Mientras que muchos aplauden la iniciativa como un paso necesario hacia una mayor seriedad y profesionalismo, otros han mostrado reservas.
De hecho, algunos integrantes veteranos consideran que la medida podría ser logísticamente complicada, especialmente en categorías con numerosas nominaciones, como la de Mejor Cortometraje o Mejor Documental, donde no siempre es fácil acceder a las obras en determinadas regiones.
Sin embargo, la Academia reiteró su compromiso de garantizar que todas las películas estén disponibles digitalmente para todos los votantes en tiempo y forma.
Este no es el primer cambio significativo que se implementa en años recientes. Desde 2020, la Academia introdujo nuevas normas para fomentar la diversidad e inclusión entre sus miembros y en las producciones elegibles para nominaciones.
La presión para actualizar y modernizar sus prácticas ha sido constante, especialmente tras controversias como #OscarsSoWhite y las críticas a la falta de representación de mujeres y minorías en categorías clave.
Del mismo modo, la nueva política también responde a la era del streaming, que ha transformado la forma en que las producciones llegan a los votantes. Antes, las proyecciones presenciales eran la norma, lo que facilitaba cierto control sobre la asistencia y atención. Hoy, con las plataformas digitales, aunque el acceso es más sencillo, también se presta a abusos como los que ahora se busca erradicar.
Para los cineastas, esta nueva regla es una victoria. Muchos directores y productores han denunciado en el pasado cómo sus películas fueron ignoradas por votantes que, según sospechaban, ni siquiera se habían tomado el tiempo de verlas.
“Lo mínimo que uno espera cuando pone años de trabajo en un proyecto es que quienes deciden su destino en los Premios Óscar lo vean con atención”, comentó recientemente un director cuyo filme independiente quedó fuera de la competencia en 2023 pese a recibir buenas críticas.
Más allá de su impacto inmediato en la dinámica de estos galardones, la medida de la Academia podría sentar un precedente para otros premios de la industria, que también han enfrentado cuestionamientos similares. Desde los Globos de Oro hasta los BAFTA, la presión para garantizar procesos transparentes y justos no deja de crecer.
En última instancia, el éxito de esta iniciativa dependerá de su aplicación rigurosa y de la disposición de los miembros a asumir con responsabilidad su rol como guardianes de la excelencia cinematográfica.
Lo que está claro es que la Academia dio un paso firme en su intento de recuperar y fortalecer la credibilidad de esta ceremonia, en un contexto donde la opinión pública es cada vez más exigente y menos tolerante a las prácticas opacas.
Así, en la próxima entrega del 2026, quedará en evidencia si esta apuesta logra su propósito o si es sólo el primero de varios ajustes necesarios para que los Premios Óscar mantengan su prestigio en pleno siglo XXI.