La campaña presenta una colección muy apreciada por Miuccia Prada, que toma como objeto el bricolaje cultural actual, en donde cada código, cada estilo, cada fragmento de la historia de la moda, y cada experiencia personal, se encuentra igualmente presente y disponible para la diseñadora.

Los conjuntos yuxtaponen fragmentos radicalmente divergentes de la silueta, la materialidad, la técnica, y los accesorios en composiciones exuberantes: grabados, rombos, prendas deconstruidas, telas acolchadas, tejidos pesados, brocado, nylon, ilustraciones, el cuero, raso y terciopelo, todos tienen su lugar.

Presentado como una serie de collages en bruto, la campaña evoca la profundamente humana e inexorablemente femenina naturaleza  de la ecléctica colección para mujer de Prada. La diseñadora representa la identidad de una mujer como enigma, una intersección de sistemas superpuestos e interdependientes.

Cada mujer lleva en sus fragmentos corporales su propia historia, sus experiencias, sus amores, sus tragedias. Estas diversas referencias se acumulan con el tiempo, con la edad, con el conocimiento, por lo que cada mujer es una aglomeración inefable de los símbolos y los indicios de su viaje personal.

Tales símbolos encuentran paralelos en la simultáneos clichés de libertad y restricción del armario femenino: el vestido, corsé, correa, liga, sujetador, tacón alto. Al vestirse cada mañana, una mujer recompone su collage único de vida. En ello radica su fuerza.

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