El que te gusten los videojuegos bélicos, no te convierten en un terrorista, eso es un hecho, pero qué necesidad hay de crear, vender y jugar un título en donde el objetivo principal es acosar sexualmente a una mujer. No lo entendemos.

Dead or Alive Xtreme 3 censurado en el mundo, vuelve a ser noticia porque a final del comenzará a ser vendido en Asia, un mercado que arropó su distribución pese a que el contenido incita y premia al jugador que moleste sexualmente a unas señoritas que intentan jugar voleibol en la playa.

Ellas protestan, pero no aparta a la especie de sonda que la está acosando. Deja sus pechos y su trasero de píxeles a merced del usuario, que los hace rebotar para su propio deleite, mientras en la vida real se agacha, explora y alucina con lo que está observando.

Más que un juego deportivo, parece pseudoporno virtual y machista. Porque ya no es solo que retrate a chicas con ínfimos bañadores y cuerpos imposibles, sino que además puedes tocarlas cuanto quieras mientras estas se quejan de que las acoses.

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