Estados Unidos representa cerca del 25% de las ventas globales de Toyota, por lo que cualquier cambio en la política comercial de Washington tiene un impacto inmediato y significativo en la compañía. Los nuevos aranceles del 15% a los vehículos importados desde Japón han obligado al fabricante a actuar rápidamente.
En el último trimestre, los aranceles le costaron a Toyota unos 3,000 millones de dólares, y se proyecta que el impacto anual podría alcanzar los 10,000 millones de dólares. Enfrentando este golpe, la respuesta más lógica sería subir los precios, pero esto podría alejar a sus clientes y hacerlos perder cuota de mercado frente a competidores que decidan no hacerlo.
Estrategia de adaptación y eficiencia
En lugar de trasladar el costo a sus clientes, Toyota esta optando por un enfoque más estratégico: mejorar su eficiencia interna y optimizar su estructura operativa. Gracias a medidas como recortes de costos, campañas enfocadas en modelos de alto margen y una mayor rentabilización de servicios posventa (financiamiento y repuestos), la compañía logró aumentar su beneficio operativo en 2,000 millones de dólares. Estas acciones han compensado casi dos tercios del impacto inicial de los aranceles.
Un problema que afecta a toda la industria
Toyota no es la única afectada. Otras marcas japonesas como Mazda y Subaru también están ajustando sus estrategias. Mazda está reconfigurando su oferta y reduciendo gastos, mientras que Subaru, con más del 70% de sus ventas en Estados Unidos, está considerando expandir su producción local. La consultora Cox Automotive estima que los fabricantes, tanto extranjeros como nacionales, han acumulado más de 25,000 millones de dólares en obligaciones arancelarias en lo que va del año.
Este panorama muestra cómo los aranceles están forzando a las grandes automotrices a tomar decisiones difíciles para mantener sus márgenes y su competitividad.