Un golpe al tablero automotriz. La propuesta de la presidenta Claudia Sheinbaum de imponer un arancel del 50% a la importación de autos chinos -además de los rumores de un 15-20% adicional en 2026- representa un movimiento que podría cambiar las reglas del juego en la industria automotriz mexicana.
Hoy, marcas como BYD, MG, Chirey, Omoda, Geely, Changan y JAC encontraron en México un terreno fértil para crecer, gracias a precios competitivos y propuestas tecnológicas atractivas.
De aplicarse el impuesto, el impacto sería inmediato:
Un aumento de precios al consumidor. Un SUV eléctrico de 500 mil pesos podría saltar fácilmente a 700 mil, perdiendo gran parte de su atractivo.
Decisiones estratégicas de las marcas. Algunas podrían absorber parte del costo para no perder mercado, pero esto recortaría su rentabilidad.
Mayor presión a las marcas tradicionales. Nissan, Ford Volkswagen, Kia o Toyota verían reducida la amenaza de los chinos, al menos en el corto plazo.
El porqué del arancel
El gobierno mexicano busca proteger la industria nacional y evitar lo que ya se ve en Europa y Estados Unidos: una avalancha de autos chinos eléctricos que compiten con precios hasta 30% más bajos que los modelos occidentales.
Además, hay un componente político: alinearse con Estados Unidos, que recientemente endureció sus medidas contra China, fortalece la posición de México en el T-MEC.
Posibles escenarios
Las marcas chinas buscan fabricar en México. Este arancel podría acelerar la llegada de plantas de producción y gigafábricas de baterías. Ya se habla de MG y BYD explorando opciones.
Consolidación y salida. No todas resistirán; algunas podrían retirarse al no lograr rentabilidad con los nuevos impuestos.
Mayor competencia tecnológica. Los chinos se verán obligados a traer modelos más sofisticados y con mayor valor agregado, no solo opciones “accesibles”.
Impacto en el consumidor
El comprador mexicano se encuentra en una encrucijada. Muchos ven en los autos chinos su primera oportunidad real de acceder a la movilidad eléctrica. Si los precios se disparan, la transición energética se retrasará y las opciones quedarán limitadas a quienes puedan pagar autos de más de 800 mil pesos.
El arancel no es solo un tema económico: es una decisión que puede marcar el futuro de la movilidad en México. Entre proteger la industria nacional y frenar la innovación accesible, el país se juega su papel en la revolución automotriz global. La pregunta es: ¿será México un protagonista de la nueva era eléctrica o quedará atrapado entre intereses comerciales y políticos?