General Motors no es cualquier armadora en México. Es el mayor productor automotriz del país y emplea a más de 20 mil personas de forma directa en sus plantas de Ramos Arizpe (Coahuila), San Luis Potosí, Silao (Guanajuato) y Toluca (Estado de México). Desde ahí fabrica millones de unidades que no solo circulan en México, sino que se exportan a Estados Unidos, Canadá y Sudamérica.

Durante décadas, Chevrolet -su marca más popular- fue sinónimo de cercanía con el consumidor mexicano: modelos como el Cavalier, el Chevy o la Pickup Silverado se convirtieron en parte de la cultura automotriz nacional.

El viraje hacia lo eléctrico

Hoy, General Motors atraviesa un proceso de transformación. La planta de Ramos Arizpe dejó de fabricar autos de combustión tradicionales para reconvertirse en un polo de producción de vehículos eléctricos. Desde ahí saldrán modelos como el Chevrolet Blazer EV y el Equinox EV, diseñados sobre la plataforma Ultium.

Este paso no es menor: significa que México participa directamente en la transición energética que General Motors impulsa a nivel global, con la meta de ser 100% eléctrica hacia 2035.

Dependencia de modelos con ADN chino

Sin embargo, General Motors también enfrenta un reto inesperado: la presión de los autos chinos. En México, Chevrolet ha tenido que recurrir a modelos fabricados en China -como el Aveo, Captiva o Groove- para mantener presencia en segmentos de volumen.

Chevrolet Groove 2025

De hecho, informes del INEGI y de consultoras especializadas apuntan a que cerca del 65 a 74% de los vehículos que Chevrolet vende en México provienen de plantas en China. Esto equivalió a más de 60 mil unidades solo en la primera mitad de 2025.

Algunos analistas señalan incluso que General Motors es, muy probablemente, el principal importador de autos chinos en México, por encima de marcas como BYD o MG. Aunque la falta de transparencia en las cifras de varias armadoras chinas independientes impide confirmarlo al 100%, los datos muestran que General Motors depende de China tanto como compite contra ella.

Riesgos y oportunidades

Riesgo: si los aranceles contra autos chinos suben en México, GM podría ver comprometida gran parte de su portafolio de volumen.

Oportunidad: sus plantas mexicanas ya están listas para exportar EVs a Norteamérica, lo que puede blindar su relevancia en la región.

Dilema: equilibrar el portafolio entre autos accesibles de importación y los nuevos eléctricos de alto precio producidos localmente.

General Motors se encuentra en una encrucijada. Por un lado, es el ejemplo del músculo industrial mexicano, con plantas que generan empleo y exportaciones multimillonarias.

Por otro, es un jugador que depende cada vez más de China para competir en precio en el mercado local.

El futuro de General Motors en México dependerá de su capacidad para hacer que la electrificación no sea un lujo, sino una opción real para las familias mexicanas. Porque, de lo contrario, sus rivales -sean chinos o tradicionales- aprovecharán cualquier flanco abierto.

General Motors, ¿el mayor importador de autos chinos al país?

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