Stellantis anunció una inversión histórica de 13 mil millones de dólares en Estados Unidos, la más grande en los últimos cien años de la compañía. El plan, que se desarrollará durante los próximos cuatro años, busca expandir en un 50% la producción de sus modelos y crear más de 5,000 empleos en plantas de Illinois, Ohio, Michigan e Indiana.
La multinacional —que agrupa a marcas como Chrysler, Dodge, Jeep y Ram— detalló que fabricará cinco nuevos vehículos, abrirá nuevas líneas de producción y modernizará sus instalaciones para acelerar su crecimiento en el mercado estadounidense.
“Esta inversión en EE. UU. impulsará nuestro crecimiento, reforzará nuestra huella de fabricación y traerá más empleos a los estados que llamamos hogar”, declaró Antonio Filosa, CEO de Stellantis.
El nuevo mapa de la producción norteamericana
La estrategia de Stellantis forma parte de un movimiento más amplio: el regreso de la manufactura automotriz a Estados Unidos, impulsado por los aranceles y políticas proteccionistas de Donald Trump.
En los últimos meses, gigantes del sector como General Motors y Hyundai también anunciaron inversiones multimillonarias en suelo estadounidense:
- General Motors destinará 4 mil millones de dólares para fortalecer su producción local y reducir operaciones en México.
- Hyundai invertirá 26 mil millones, la cifra más alta en su historia.
Estos movimientos confirman una tendencia: los fabricantes prefieren invertir dentro de EE. UU. para evitar los sobrecostos derivados de las tarifas comerciales impuestas a las importaciones.
¿Y México? Menos protagonista, por ahora
Aunque Stellantis mantiene operaciones en México, el anuncio no incluye nuevas inversiones en el país. Esto no implica un retiro, pero sí una pérdida relativa de protagonismo en los planes de expansión regional.
México sigue siendo un punto clave de exportación, pero el enfoque del crecimiento se está desplazando hacia el norte, especialmente en proyectos de alto valor tecnológico y nuevas motorizaciones.
En la práctica, los aranceles estadounidenses están cumpliendo su objetivo político: repatriar inversiones industriales.
Una estrategia con doble filo
La decisión beneficia a la economía estadounidense, pero plantea desafíos para México, que durante años ha sido el corazón productivo del bloque T-MEC.
Si la tendencia continúa, el país podría ver una desaceleración en la llegada de nuevas plantas o modelos, sobre todo en segmentos de SUV y pick-ups, tradicionalmente fuertes en el mercado norteamericano.
Stellantis se suma así a una ola de fabricantes que buscan blindarse ante los aranceles y los vaivenes del comercio internacional.
La inversión de 13 mil millones de dólares no sólo fortalece la posición de Estados Unidos como epicentro automotriz, sino que también confirma la eficacia del “efecto Trump”: un regreso forzado, pero estratégico, de la industria automotriz al territorio que la vio nacer.