La electrificación automotriz parece ser la meta de prácticamente todas las marcas automotrices, una carrera que, en la última década, comenzó a acelerar el paso.

Dicen que la historia nos regala “golpes” de realidad. La electrificación comenzó hace más de medio siglo con buenas propuestas que no lograron masificarse como en el año 1941, con el Peugeot VLV, un vehículo de dos plazas y 80 Km de autonomía.

Peugeot VLV fue pensado para asegurar servicios esenciales, como Correos o asistencia médica, en un contexto de escasez de combustible por la Segunda Guerra Mundial. En su desarrollo se aprovecharon estudios realizados por ingenieros de la Marca en los años 20, utilizando como base el Peugeot 201.

Este automóvil, con un diseño muy original, contaba con 4 baterías de 12 V, que desarrollaban una potencia de 3.3 caballos de potencia y se podían recargar en cualquier enchufe convencional.

El VLV tenía una autonomía de entre 75 y 80 Km y ofrecía una velocidad punta de 36 Km/h, lo que le convertían en un vehículo eminentemente urbano.

Pese a las dificultades en el aprovisionamiento de materias primas y acumuladores, se lograron fabricar 377 unidades de este modelo, que lucía un rayo en el frontal sustituyendo al tradicional León de la Marca.

Destacaba por su bajo peso: con una carrocería realizada enteramente en aluminio, el VLV pesaba 365 Kg, baterías incluidas.

La electrificación automotriz comenzó antes, Peugeot VLV

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