En el tema ecológico poco a poco nos hemos dado cuenta de que nuestra rutina diaria daña más a nuestro planeta de lo que pensábamos, por ejemplo, en últimas fechas creíamos que, por usar un popote ecológico, de re uso o bien simplemente prescindiendo de él estábamos salvado a la tierra, sin embargo, hay otro enemigo para el ecosistema y es la ropa misma.

Y es que las prendas que cada día tiene un menor tiempo de vida en nuestro armario representan un peligro muy severo nuestro entorno.

De acuerdo con Greenpeace cada año se producen alrededor de 80 mil millones de prendas en el mundo, el equivalente a un poco más de 11 prendas por habitante del planeta cada año. Sin embargo, el consumo de prendas no está distribuido de forma homogénea.

En Alemania, por ejemplo, se vendieron 5 mil 970 millones de prendas, incluyendo mil millones de camisetas, el equivalente a 70 prendas por persona. La “desechabilidad” es algo clave en este volumen de negocio tan grande.

Precios bajos y una buena mercadotecnia motiva la necesidad de cambiar de ropa habitualmente y que, por tanto, los ciclos de vida cada vez sean más cortos, incluso cuando el tejido en sí podría durar décadas.

Gran parte de esta ropa desechada llega a los vertederos o se incinera, tan sólo en Estados Unidos se desechan 13.1 millones de toneladas de toneladas de productos textiles al año A veces da la sensación de que la ropa es de “usa y tirar”.

Otro factor dañino de esta industria es la manera en que se produce la ropa, ya que para teñir las telas se utilizan químicos tóxicos sumado a grandes cantidades de agua, la cual va a parar a nuestros océanos, volviéndolos cada vez más ácidos. Se estima que el 20% de los tóxicos que se vierten en el agua viene de la industria textil.

Y si hablamos de agua, un elemento vital en nuestra vida, pero que se vuelve cada vez más escaso en nuestro planeta, la industria de la moda necesita de toneladas de ella para fabricar la ropa.

Datos de Greenpeace revelan que para crear un par de jeans se requiere un kilo de algodón y entre 10,000 a 17,000 litros de agua. De hecho, gran parte del consumo de agua en el mundo está destinada para los cultivos de algodón (ni hablar de los pesticidas que se deben utilizar para este cultivo). A veces parece más razonable dejar de comprar ropa nueva que tomar duchas cortas ¿no?

¿La manera de revertir este problema latente de contaminación y desperdicio de recursos naturales?

Simple. Reducir la cantidad de ropa nueva que adquirimos; reutilizar prendas dándoles un nuevo uso o valor

Otra buena idea para reducir la compra de ropa y calzado es optar por pedir o intercambiar prendas entre amigos o familiares. Por ejemplo, una práctica sostenible sería que alguien nos deje vestidos, zapatos, corbatas o complementos para celebraciones más especiales como bodas o bautizos. En estos casos, además, una opción low cost es alquilar la ropa.

Apostar por la compra de prendas cercanas, es decir, preocuparnos por la procedencia de la ropa que adquirimos y no optar por aquellas fabricadas en países lejanos, para reducir así las emisiones de CO2 ocasionadas por su transporte y de paso reactivar el consumo local.

La ropa es más dañina que un popote o el plástico

En el tema ecológico poco a poco nos hemos dado cuenta de que nuestra rutina diaria daña más a nuestro planeta de lo que pensábamos, por ejemplo, en últimas fechas creíamos que, por usar un popote ecológico, de re uso o bien simplemente prescindiendo de él estábamos salvado a la tierra, sin embargo, hay otro enemigo para el ecosistema y es la ropa misma.

También podemos disminuir el impacto de la moda si leemos de qué material está fabricada por ejemplo las fibras de menor impacto ambiental son: algodón, nailon o poliéster reciclado, cáñamo o lino, todos ellos procedentes de la agricultura ecológica. Incluso las grandes marcas se van sumando a esta necesidad.

La ropa, un elemento de contaminación

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