El coronavirus está cambiando en mayor o menor medida al mundo como lo conocemos, sin intentar ser fatalistas, al menos por el momento, este virus, ya en esta etapa, muy seguramente será recordado en los libros de historia de la humanidad.

Las informaciones aun erráticas han dividido las opiniones entres los que ya creen y están sintiendo sus consecuencias ya sea por que han padecido el virus o bien porque han estado viviendo en un “tipo toque de queda”, esto principalmente en Europa, punto neurálgico del Coronavirus.

Mediático o real. Creado como arma química y liberado intencionalmente o transmitido por el popular caldo de murciélago. El Coronavirus esta poniendo en jaque a una ya de por sí complicada industria automotriz que lo que menos necesitaba para este 2020 era una barda más en el camino.

El coronavirus tuvo su origen en la provincia de Wuhan que sería algo así como la Detroit asiática. A esta ciudad al centro de China, la industria automotriz le confió durante años ser uno de sus puntos clave no sólo para la producción, esto gracias a sus bajos costos industriales, irresistibles volúmenes comerciales y alianzas estratégicas.

La provincia de Wuhan, además, es la cuna de la industria metalúrgica china lo que provocó que durante los últimos años una decena de las compañías más importantes del mundo decidieron invertido en la ciudad, incluidas Honda, Nissan, Renault y Citroën-Peugeot.

El gigante japonés Toyota cuenta con cuatro plantas de ensamble en China; Ford tiene su alianza con la empresa local JMC y con Changan para producir SUVs; Volkswagen se asoció con JAC Motors para consolidarse como el mayor fabricante de vehículos en el mundo y juntos decidieron construir una planta de ensamble en la ciudad de Hefei; y el mayor fabricante coreano y quinto del mundo, Hyundai, posee cuatro plantas en China con una capacidad de producción de 1.35 millones de vehículos por año.

El Coronavirus hasta el momento ha puesto en evidencia dos situaciones:

La primera es que los humanos tenemos que tener a la muerte en la ante sala de la casa para dejar de creer en conspiraciones maquiavélicas que sólo buscan mantenernos recluidos en nuestros hogares.

Y la segunda evidencia que dejó hasta el momento, es la gran dependencia del sector automotriz mundial con Asía, específicamente China.

Pero hay más. Nissan, Honda o Isuzu, también se vieron obligadas a suspender temporalmente su producción o a reducirla debido a las interrupciones en el suministro de autopartes, dado que desde China obtiene el 30% de los repuestos.

Ni siquiera Elon Musk contó con un “As bajo la manga”, Tesla debió retrasar la producción de su Model 3 en su flamante planta de Shanghai. Además del Model 3, también fabricará el Model Y, su camioneta más accesible.

Por su parte, El Grupo FCA (Fiat y Chrysler) debió parar la línea de su Fiat 500 debido a la falta de disponibilidad de componentes que llegan de China. Y luego amplió la medida a cuatro fábricas en italianas. El grupo ítalo estadounidense debió tomar esta decisión luego de que el gobierno italiano extendiera a todo el país las restricciones de movimiento por el avance del coronavirus, que ya causó más de 800 muertos en Italia.

Lo cierto es que en torno al Coronavirus lo más importe son las viudas humanas, pero es indudable que nuevamente la industria automotriz tendrá que valerse de toda su experiencia para salir avante de esta situación en donde está nadando contra corriente.

El Coronavirus daña directamente a la industria automotriz

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